A 25 años del primer OGM aprobado en nuestro país, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires analizó los beneficios de esta tecnología.
En 1996 el Ingeniero Agrónomo y por entonces secretario de Agricultura, Felipe Solá aprobó el ingreso del primer cultivo transgénico a Argentina. Una tecnología que estaba desarrollando la empresa norteamericana Monsanto.
Esa tecnología era la soja tolerante al herbicida glifosato que cambió para siempre la agricultura nacional y del mundo.
La siembra de trigo venía retrasada y en una semana adelantó un 20%
Por la humedad de los suelos en superficie, el avance de las labores venía demorado. Ahora, está al día con respecto a las fechas promedio.
A casi 25 años de ese hecho, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires realizó un completo informe sobre los beneficios que la introducción de esta tecnología generó en nuestro país, en el cual se destaca un aporte de 159.000 millones de dólares.
“Con más de 26 millones de hectáreas dedicadas a los cultivos de soja, maíz y algodón, Argentina es uno de los países líderes en la utilización de cultivos genéticamente modificados (GM)”, introduce el estudio comandado por Agustín Tejeda Rodríguez.
En primer lugar, se destaca que los GM “incrementaron rendimientos, redujeron costos de producción y aumentaron la rentabilidad de la producción primaria“, lo cual se traduce en beneficios para el país, estimando su aporte en estos 25 años en 159.000 millones de dólares, de los cuales el 92% (u$s146 MM) corresponden al cultivo de la soja, el 7% (u$s10,9 MM) al maíz y el resto (u$s2,1 MM) al algodón.
Impacto
Otro de los factores de incidencia de los GM fue el empleo local, que según el estudio generó un adicional demandado por las cadenas al aplicar la tecnología GM, promediado en 93.000 puestos de trabajo directos por campaña.
En el caso del factor ambiental, la incidencia del aumento de la producción se refleja en el incremento de la superficie sembrada y por ende, en la captura de dióxido de carbono.
En este punto, la Bolsa asegura que “de no haberse dado el salto en la adopción de siembra directa observado con posterioridad a 1996, se hubieran volcado al ambiente más de 18 mil millones kg de carbono equivalente al consumo anual de 3,9 millones de autos particulares”.
El informe detalla además el impacto que esta tecnología tuvo sobre el uso de agroquímicos, donde “la existencia de semillas GM dio lugar a una reducción significativa en el uso de herbicidas e insecticidas tanto en cantidad de ingrediente activo liberado al ambiente como en los niveles de toxicidad de los mismos”.